Sin duda es un fenómeno y un luchador, muy unido a la causa de acabar con las barreras arquitectónicas.
Ojalá se le prestase más atención a los discapacitados haciéndoles la vida un poco más sencilla, queridos ingenieros y arquitectos. Yo no soy nadie para hacer obras en rampas o ascensores accesibles, pero son quienes las diseñan los que tienen por deber hacer las cosas útiles y no estéticamente bonitas. Pongamos todos un poco de nuestra parte. Ahí está la solidaridad que unos tanto proclaman, y no en el cepillo de la Iglesia.
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